La etapa feliz





Esta etapa será la que se quedará en mi corazón para siempre. Fue una época donde estar al lado de mi madre fue devolverle un poquito de lo mucho que ella había hecho por todos nosotros. ¡Y vi su cara iluminada como nunca! Mi madre era feliz y yo a la vez con ella. Me miraba y se sonreía, me llamaba continuamente, como un corderito llama a su madre con insistencia. Pero no importaba, yo sabía que ella estaba allí. 
Observamos que quería cantar y mi hermano le ponía todo tipo de música y reaccionaba al escucharla. Su rostro se iluminaba más aún y con uno de sus dedos índices llevaba el compás. Y cuando empezamos a ponerle música de su época, ella empezó a recordar las canciones y cuando se quitaba la música,  seguía tarareando canciones de su niñez.  La música le estaba beneficiando, es como si en su cerebro permaneciese ese archivo abierto. Y todos los días se la poníamos y de nuevo su actitud era la misma: alegre, seguía el paso con su dedito y su cara llena de emoción.







Calculo que mi madre estaría entre los cuatro y cinco años.  Yo me quedaba en la puerta de la habitación y la observaba. Como cuando un niño descubre que tiene en la mano dedos, mamá se miraba los suyos, apenas si podía abrirlos ya, pero sus manos seguían siendo preciosas y sedosas y se las miraba por delante y por atrás y después cruzaba sus dedos. Esto lo repetía una y otra vez.
Fue una hermosa época. De otra forma muy distinta volví a disfrutar de mi madre. Pero ésta enfermedad me tenía una sorpresa más.
Amanecía y estábamos en la cama, su mano entrelazada con la mía, y de pronto con voz casi normal, me preguntó: ¿Por qué estamos tan solas hija?
Fue una gran sorpresa, pero creí que era como algo instintivo, como algún resorte del propio cerebro. Me equivoque.
Quiero explicar esto lo suficientemente claro para que se comprenda bien. Esto sucedió en otras muchas ocasiones. A veces formuló la misma pregunta y otras muchas: ¿dónde están mis hijos? Jamás pregunto por papá.
Mi madre no tenía noción del tiempo y aunque no dormía demasiado, pero en ocasiones lo hacía en exceso. Cuando esto sucedía, al despertarse, realizaba  preguntas con lógica. ¿Qué sucedía? No es muy correcto comparar al cerebro con una batería de un móvil, pero me puede servir para hacer el símil,
cuando la batería se carga es cuando el móvil funciona. Mi madre al dormir mucho era como si su cerebro se cargase y por un momento volvía a ser una persona con memoria. Yo le explicaba que todos estábamos con ella,  que no estábamos  solas. Que sus hijos venían de continuo a visitarla, pero que siempre la pillaban dormida. Una veces llegaba a escuchar mi explicación y en otras me miraba como diciéndome: "no sé que dices, no te esfuerces".

Si tienes a un enfermo de Alzheimer a tu lado recuerda: esa bombilla de la memoria algunas veces se enciende. ¡Está preparado!