Ese intruso llamado Alzheimer

Hace unos días vi un vídeo de Emilio Duró, en unas ponencias en un Congreso del Comercio Gallego, animando a los comerciantes de como tener más optimismo en estos momentos de crisis. Dentro de su argumentación hablaba de como llegaremos, por la calidad y las expectativas de vida que tenemos, a los cien años. Pero a la vez que trataba de animar con su oratoria a los asistentes, informaba que la mayoría de los que allí estaban serían enfermos de Alzheimer. Desgraciadamente eso será verdad. Pero mi pregunta es: ¿Si actualmente "aparcamos" a nuestros mayores en las Residencias Geriátricas? Si todos padecemos está enfermedad ¿dónde nos aparcaran a nosotros?  ¿o quizás llegaremos al exterminio de nuestros mayores?.
 Recuerden que España dentro de unos años pasara a ser el número uno, delante de Japón, de los países con mayor número de ancianos, por lo tanto, no es ninguna aberración mi pregunta, es simplemente preguntar por mi  propio futuro.
Mi preocupación es solo por un motivo: ¿Cuanta gente se preocupara por tanto anciano? Hoy día, una de las pocas profesiones que tendrá futuro son las que estén relacionadas con la SALUD.

Comencemos por saber que es el Alzheimer:
" Es un trastorno degenerativo irreversible de la memoria, por la pérdida de las neuronas cerebrales, debido a una acumulación de la proteína amiloide. Su causa primaria es desconocida. La enfermedad conduce a la muerte por el deterioro progresivo de las funciones motoras del cerebro".
El neurólogo alemán Alois Alzheimer fue quién descubrió la enfermedad, de ahí que lleve su nombre.
La enfermedad afecta de igual manera a hombres y a mujeres y yo diría que no a todo el mundo le comienza con los mismos síntomas.
La enfermedad puede manifestarse por la perdida de memoria, cuando decimos: estás senil. O bien, manifestaciones a través del lenguaje, perdemos la facilidad para construir una frase, o la formas para expresarnos y otra síntoma más es la perdida de juicio, cuando hacemos lo que es irracional. Recuerdo una vez cuando llegue a casa de una tía y la encontré comiéndose "croquetas congeladas", según ella, estaban buenisimas. Es horrible...pero es verdad.
El Alzheimer es una enfermedad muy fea, todas los son pero esta tiene una peculiaridad muy importante: quita a la persona lo más importante "la memoria", sus referencias, sus vivencias, su historia, su pasado, su amor, su sabiduría la que adquirió por los años y sobre todo su presente y su futuro. 
¿ Y no es triste vivir en la vida sin un anclaje que nos una a nuestras raíces, sin un presente en el que disfrutar y sin saber que existe la esperanza de un mañana ?

El enfermo y su entorno
Para cualquier enfermedad, aunque la esperemos, nunca estamos preparados, para el Alzheimer no nos preparamos jamás. El único que la acepta es el propio paciente, pues desconoce que la tiene, pero su entorno se queda fuera de ella. No sabemos como comportarnos, ni que referentes tomar y vamos dando tumbos a la vez que nos va sorprendiendo el enfermo y sus reacciones.

Mi relato
Llegué un día a casa de vacaciones y cuando mamá no salió a esperarme a la escalera, no me sorprendió demasiado, sabía la gran tristeza que le invadía el alma. Estaba aún muy reciente la muerte de su hijo menor, con veinticinco años, y la de su nieto- antes que mi hermano- con algo más de un año y medio.
Yo supe, el día que murió mi hermano, que nuestra madre no lo asumiría. Su salud era débil y las dos perdidas tan seguidas eran un gran mazazo para ella.
¿Que padres están preparados para sobrevivir a sus hijos y a sus nietos? Tan solo quienes han pasado por tan gran dolor, pueden ponerse en la piel de mi madre.
Pasamos la Navidad tratando de animar a mis padres lo más posible, pero mi madre ya no era ella. Había perdido tanto peso que estaba irreconocible. Ella que rebosaba siempre alegría, bondad y buenas formas, estaba ausente. Le daba igual la vida. Ante este panorama decidí quedarme en casa y tomar las riendas, era consciente que mamá me necesitaba.
Y aquí empezamos a convivir con un intruso que se nos había metido en casa, sin saber cuando, ni como, ni por donde. Ni nosotros, ni los médicos, ni nadie. ¿Los médicos? No sabían nada, de nada. Era la tristeza lógica por la muerte de un hijo joven. Y el intruso se instalo en nuestras vidas y las complico y todo se volvió al revés.



Primera fase de la enfermedad
Antes de comenzar con ella, tengo que aclarar, que yo no soy un especialista en la materia, sólo soy una persona que estuve al cuidado de mi madre durante dieciséis años de su vida...-y de la mía- durante las veinticuatro horas al día y creo que esos años, a su lado, me han dado un "master" que pocas personas pueden realizar. He visto el Alzheimer cara a cara y solo pido a Dios que herede todo de mi madre: su risa, su diplomacia, sus silencios y sus palabras...pero no me haga heredera de esta enfermedad.
Esta fase la llamaría de "la agresividad" o cuando el enfermo está entre dos umbrales, se aleja de realidad y empieza a entrar en las tinieblas. Para mi fue la más fuerte y desagradable. Mamá creía que yo le quitaba su terreno, yo administraba la casa, yo compraba, yo cocinaba... Invadía su territorio y por lo tanto tenía que dañarme. Y lo conseguía. A veces decía a mi padre que yo la maltrataba. Escuchar eso de tu madre y saber que es la persona  que más amas en el mundo y que todo lo que estas haciendo es por ella... Se sufre mucho, pues quien va a creerte, ella es una persona débil y tu estas llena de energía. Tuve grandes encontronazos con mi padre.  Jamás me creyó. Lo que decía mamá era lo cierto. Y nadie veía la enfermedad. ¡Y el intruso nos estaba devorando!
Son muchas las veces que subí a la terraza a llorar, sin que nadie me viera, y me sentía tan culpable.
No sabes que está sucediendo, pero lo si estás seguro es que no es nada bueno. Tu vida, tu entorno, tu hogar, ya no es lo mismo. La agresividad, se está apoderando de todos nosotros. Ya no hay alegría.
Así pasamos algunos años y realmente yo me sentí muy mal.
Después de varios años sin comprender porque mi entorno se volvía tan árido, mi madre empezó con la siguiente etapa.



La segunda fase
La enfermedad ya se ha apoderado y está  destruyendo a la persona. Es como si el enfermo luchase contra ello. El desasosiego, la intranquilidad se hacen patentes en el enfermo. Su mirada se queda vacía y ya pierde la noción de como actúa.
 Salí de casa un día para hacer la compra y al regresar la puerta estaba abierta. Mi madre sentada en un sillón y yo le pregunte que había sucedido,  solo respondía: "señor bueno aquí conmigo, gente, mucha buena". Cuando llegaron a casa mi padre y mi hermano y les conté lo sucedido, intentaban saber,como yo, que paso. La mayor preocupación de los tres era si lo que nos decía era verdad y si lo era  ¿que persona extraña estuvo en casa y como entro?
Ese día cortamos los cables del portero automático, pues comprendimos que teníamos que protegerla.
Efectivamente días más tardes supimos la verdad, un amigo de la familia paso por la puerta de casa y mamá estaba llamando la atención a todo el que pasaba desde una ventana. Él subió y le dijo que no se preocupara que yo regresaba enseguida, sabía que yo no me alejaba de casa. No pudo esperarse más con ella y cerró la puerta cuando salió. Mi madre al salir el señor debió dar de nuevo al portero automático y por ello encontré la puerta abierta a mi regreso.
Fue un tiempo de desorientación total, es como si su persona se desdoblara, por una parte va lo físico y por otra lo espiritual. Y mi madre, aunque salia poco de su habitación, empezó a no salir para nada y empezó a perder la noción del tiempo y la orientación y lo peor de todo: empezamos a ser unos extraños para ella.
Se puede aceptar todo de la enfermedad,pero que tu madre no sepa quienes son sus hijos, su marido, sus seres querido... Eso no se supera jamás. Sabes lo mucho que te ha amado, a ti y a toda su familia, pero ya no importa nada. Ella no sabe ni quien es, ni quien eres, ni donde está. Por eso yo la llamo la fase del "limbo".


Tercera fase
Los días se convirtieron en noches y como un bebe cuando cambia el sueño, sus noches se hicieron días. Queríamos que ella reaccionara, pero no fue posible, mi padre cada vez que la veía en la cama era una lucha como con una niña pequeña que no quiere ir al colegio. Y mamá dejo de asistir a todas las clases. Se instalo en su urna de cristal. No volvió a levantarse y así pasaron los años, muchos años, pero ya no me importaba que el tiempo pasara, pues estábamos en la etapa que yo denomino como la del "bebé". Doy gracias a Dios por no dejarme ese mal sabor de boca con la enfermedad de mi madre. Sufrí al principio mucho, llegue a desesperarme en la segunda fase, pero llego la tercera y yo tenía a un ángel en mi casa que era mi madre. Fue tarde, pero entonces supe que todos de una forma u otra formabamos parte de la enfermedad.
Desgraciadamente mi padre murió antes y no pudo verla así. El día que murió papá, mi madre me decía, "deja e ese señor y cuidame a mi, no me dejes".
Yo no he visto matrimonio tan enamorado el uno del otro como el de mis padres. Mi madre no se estaba dando cuenta de nada, ni sabia lo que sucedía: ¡yo estaba amortajando a mi padre!  Jamás supo que había muerto, es en el único momento que me alegre que su enfermedad se hubiese llevado su memoria, al menos no sufrió por la muerte de papá, ella no lo hubiera resistido.
Decidí que me debía acostar con ella por si notaba la ausencia de mi padre y se encontraba muy sola. Creo que tome una decisión acertada. Descubrí que no tenía madre, sino que tenía a una niña en casa. Y a partir de entonces invertimos los roles.