Con aroma de café



A mi madre el Alzheimer le robó dieciséis años de su vida, ella no pudo disfrutar de ese tiempo, pero yo podía gozar de la presencia de mi madre.
Jamás podré olvidar su risa como una niña cuando veía que me acercaba a su cama. Ni se me irá el sonido de su voz llamándome a cada momento, ni su mano suave sobre la mía mientras me miraba con ese hermoso rostro que ella tenía. Su pelo blanco como rayos de luna y su piel como la nácar.
Mi madre fue hermosa por dentro y por fuera y eso no se lo arrebato el Alzheimer. Le dejó su bondad reflejada en el rostro y su simpatía y amabilidad
de la que siempre hizo gala la tuvo hasta el final de sus días.



AROMA DE CAFÉ

 Estoy cansada de tanto olvido, madre.
Estoy cansada de tantas lágrimas, madre.
Te siento vegetar en vez de vivir.
Tanta soledad, tanto aislamiento,
¡Cuánto vacío!

Vengo a tu cama y te contemplo
mientras duermes.
Abres los ojos, como un dibujo animado,
como una niña llena de asombro
y  me sonríes, madre.
Sé que estas ahí, lo que lamento
es que no sé, si tu sabes
que aquí estoy yo.


  ¡Añoro tu charla!
Extraño esas madrugadas eternas
de confidencias entre hija y madre,
con el aroma del café.
A veces me siento a tu lado
y beso tu mejilla y tu sien.
¡Necesito ese olor de madre!

Cuando me das tu mano,
esa pequeña mano
tan suave como el terciopelo
Y  la pongo entre las mías,
pienso:
¿Cómo pudo ser tan fuerte alguna vez?

Me hablas en ese extraño lenguaje
de tu mundo,
y me recitas esas hermosas poesías
que tú me enseñaste en el ayer,
creyendo que son tuyas
las repites una y otra vez,
pero me complace oírlas
porque es cuando tu memoria funciona
y te conviertes
en ese gran ser.

Sé que te refugiaste
en esa burbuja que es tu habitación.
¡Quisiste huir del mundo
lleno de tristeza y de dolor!
No sabes ni quien te rodea,
ni si hace frio o calor,
pero de lo que estoy segura
es que oyes nuestro  corazón.

No me preocupa que no sepas
 nada del mundo,
ni de la incomprensión.
Sé que eres feliz,
lo veo en tu rostro
lleno de paz y de amor.

Tan solo madre quisiera
que por unos instantes pudiéramos
de nuevo charlar las dos,
pues estoy convencida madre,
que a tantos interrogantes
que le hago a la vida
tú tendrías
solución.